miércoles, 18 de abril de 2012

Nuestro juego en el Desierto

Te ignoro y me ignoras, me ignoras y te ignoro,
un infinito juego estúpido, cuando nos necesitamos tanto,
me convenzo de que estamos hechos con la misma porquería en la cabeza,
y es que seguir este jueguito hasta sus máximas consecuencias,
solo lo hace y lo sigue alguien con nuestras obstinadas mentes,
buscamos olvidarnos el uno del otro mientras nos encontramos en el camino una y otra vez,
caprichoso el destino que nos pone en el mismo rancho,
vamos formando veredas con nuestros zapatos empolvados,
caminando en sendas oscuras a la luz de las estrellas,
volteando para arriba para ver nuestro mismo objetivo, la luna,
miles de coyotes le aúllan para hacernos saber que también la quieren,
que están ahí, esperando algún descuido para hacernos a un lado del camino,
lanzan sus advertencias, saben que no tienen rival fácil en nosotros,
por eso sus aulladas son cada vez mas frecuentes, no quieren perder,
nos quieren atemorizar cuando ellos son los que están hundidos en el pavor,
sabio es el desierto y yo me siento agradecido por vivir siempre en el,
por ser su habitante incomodo, en pueblos, rancherías y ciudades,
su sabiduría milenaria, me hace remembranza a algo que he leído últimamente mucho,
la conciencia colectiva, se siente tan poderosa en el desierto,
es tan fácil de percibirse en la noche cuando se esta apacible,
tal vez sea lo mejor para nosotros, ir caminando por nuestras vidas,
que el desierto nos enseñe mas mientras nos volvamos a encontrar,
que el desierto nos haga abrir nuestras mentes para despues juntarlas en una megasinapsis,
tal vez entonces, cuando hayamos comprendido el porque de nuestro comportamiento,
estemos preparados para nosotros mismos.

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