lunes, 4 de julio de 2011

El tal Juan

Me encontraba con mi compadre Alan Alanís, en medio de una improvisada carne asada en frente de su casa nueva, esa carne asada ritual, tan tradicional en el mundo del México norestense, hablando de temas tan raros, como el porque el ser humano empezó a comer carne, y porqué es que nuestro cerebro, hace que sepa tan bien, hasta las conspiraciones de personas que manejan superpotencias, un tema de especulación muy atendido y muchas veces muy creído por las masas y por nosotros mismos.
Dentro de nuestra conversación, en anteriores ocasiones me había hablado de un tal Juan, que venía y le hablaba de la tierra, le traía plantas y le decia como hacer crecer su césped en la casa, todo un personaje, una persona mística para mi que escuchaba tantas cosas de el.
Sucede que en esta carne asada, se apareció Juan, parecía como cualquier hombre de rancho, portaba un sombrero, una barba mal cuidada, muy populada crecida a ras de piel, y algunas partes mal cortadas. Era moreno, un poco mas chaparro que nosotros, se podria decir que si mi compadre y yo somos un entero el era unos 3/4 por así decirlo en una porporción matematica, inmediatamente nos preguntó que si teníamos un parentesco. Es raro pero mi abuela porta el mismo apellido Alanís que porta mi amigo, tal vez tenga razón y somos parientes lejanos de alguna 4ta o 5ta generación como Juan me decía.
Juan llegó con un palo de madera recto, casí como hecho a la medida para encajar en algun lado, caprichosamente rectangular y con clavos oxidados saliendo de algunos lados, Alan tiene en frente de su casa unos troncos, Juan se sento en uno de ellos, empecé a hablar con el para probar al viejo, a ver que es lo que decía a mis preguntas, me dijo mi compadre Alan, el es Juan, la persona de la que te había hablado, Juan estrechó su mano con la mía y con la de Alan.
Una vez empezando la platica con ese tal Juan, no recuerdo en realidad que le estaba diciendo, pero el me decía que se había ido de mojado, que el no tenía necesidad de estar haciendo maldades, y que lo trataron como un criminal en los Estados Unidos, que lo devolvieron a nuestros suelos esposado.
Mi compadre Alan, le dijo que tenía carne, le ofrecio un poco, empezamos a hablar, de el terreno de el, que anteriormente dijo Juan, una familia de descendencia europea era dueña de esa parte de Apodaca, vivían en San Nicolás De los Garza, y el había trabajado para ellos.
Dijo que el había conocido mucha gente en San Nicolás, mencionó varios apellidos, Los Rangel, Los Villarreal, Los Treviño, se me hizo tan raro que no mencionara mi apellido, y le pregunté, ¿Y los Garza?.
Conocí a un Licenciado, de leyes, le dije, no, mi parte Garza es de General Bravo, me dijó que no sabía mucho de esa gente "bragada", me contó de el Garza que conoció, siempre traía los libros bajo el brazo, inmediatamente me imaginé a una persona parecida a mi o a mis familiares con una constitución mexicana bajo el brazo, dijo que le había levantado la denuncia un tal González Garza, y que ese licenciado Garza incluso lo defendió contra gente de su propia sangre, y que el se levantó en pleno tribunal y le preguntó al tal González Garza, que siendo que él había estado en todos lados, tanto como Estados Unidos, como acá en México, pensará que tenía alguna necesidad de robar o hacerle algun daño.
Inmediatamente me imaginé al tal Juan como una víctima de los medios, hasta sentí lástima por el pobre, empezó a hablar en inglés, hablando de la green card, con una pronunciación extraña, era de esperarse para el viejo, aún así se me hizo que sabía mucho inglés para lo que fue a hacer a Estados Unidos.
El y Alan empezaron a hablar de algunas plantas que el Tal Juan había traído, creo que eran albahaca y otra el maguey, me contaba el tal Juan que había cortado las plantas en un lote baldío en frente de donde estabamos, yo me preguntaba cual era el fin de todo lo que estaba haciendo, se levantó, y se despidió de nosotros, y pasó por otros jardines de las casas aledañas y empezó a cortar unas yerbas.
Que extraño señor, preocupado por la tierra y sus bondades, Ojalá todos pudieramos ser así. Ojalá todos tuvieramos algo del tal Juan, todo un personaje extraño, pero comprendedor de la naturaleza, me recordó a esos pieles rojas, que les daba vergüenza lo que el hombre blanco hacía con la naturaleza, contaminarla, y por hombre blanco, ya no sólo el blanco si no nosotros los mestizos también.

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